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Futuro, futurismo, futuros y retrofuturismo

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MMXX – Un mapa de tendencias para el 2020

Posted by Alonso Alvarez en 2011/05/17

Este es mi mapa de las tendencias más relevantes para el año 2020, que cierra la serie que llamado MMXX por su equivalente en números romanos. No se trata de una predicción ni describe el escenario mundial de dentro de 10 años, si no que consiste en un conjunto de ideas, tecnologías, áreas de interés y pensamiento, tendencias, regiones, … que tendrán una participación destacada en la configuración del mundo del 2020, y siempre bajo una visión personal y subjetiva:

Las principales tendencias para 2020

Tendencias MMXX - 2020

El mapa debe leerse así:

  • Está dividido en cuatro grandes áreas temáticas en forma de triángulos: Ciencia y Tecnología, Economía, Sociedad y Mundo (ideología, geopolítica, entorno)
  • Las más relevantes están marcadas en negrita, esto supone las que tendrían mayor alcance e impacto global
  • Los cuadros concéntricos quieren indicar la relevancia de una tendencia determinada para España. Cuanto más cercanas al centro, más relevantes, y más impacto podrían tener potencialmente
  • Como complemento a lo anterior, he destacado aquellas tendencias cuyo impacto potencial puede ser principalmente positivo (tono verdoso), o negativo (tono rojizo) para España

Esta sería una versión simplificada del mapa dejando únicamente las tendencias más relevantes y destacadas, junto a las que tienen un impacto positivo o negativo más claro:

Versión simplificada del mapa de tendencias 2020

Tendencias MMXX - 2020 simplificadas

Y por último, la versión simplificada dejando sólo las tendencias más relevantes globales y las de mayor impacto para España:

Versión simplificada del mapa de tendencias 2020 - MMXX

Mapa MMXX-2020 simplificado

La lista completa con las 80 tendencias está disponible en el blog. Se trata de un número completamente arbitrario, por supuesto. Podrían ser más, pero las que tengo en reserva no son (no me parecen) suficientemente relevantes, o el número sería demasiado alto y dificultaría la legibilidad.

En la entrada anterior ya mostré un mapa de relaciones entre tendencias que además permite destacar aquellas que tienen un mayor número de conexiones con las demás, lo que podría indicar un grado de relevancia (aunque hay que tener en cuenta que el mapa partía de la limitación de evitar líneas cruzadas y superpuestas):

MMXX - Red de tendencias destacados por número de enlaces

En relación a las destacadas, quisiera dejar una breve razón de cada una de ellas:

  • Abierto: es un movimiento muy importante que afecta a la forma de entender el conocimiento, a la propiedad y a la industria, y que puede suponer una oportunidad para desarrollar nuevos modelos económicos.
  • Agua: es un tema muy importante en todo el mundo y crítico en España, donde las perspectivas no son nada buenas.
  • Aislamiento: es una gran tentación de muchos países que perjudicaría enormemente a la economía española.
  • Alimentos: el alza continuada de precios y una potencial escasez pueden tener serias consecuencias, especialmente en los países más deficitarios o vulnerables.
  • Asia: una región en auge, con grandes implicaciones políticas, culturales y económicas.
  • Cambio climático: de materializarse en sus peores previsiones tendría consecuencias muy negativas en España.
  • China: su reciente auge y la proyección futura de su crecimiento la convierten en uno de los motores del cambio futuro. España tiene la oportunidad de beneficiarse de ese crecimiento sin tener que ser necesariamente su puerto de entrada en Europa.
  • Clase media: su potencial deterioro afectaría notablemente a la estructura de la sociedad española.
  • Cogno: uno de los grandes pilares del desarrollo futuro y un campo que puede ser una oportunidad.
  • Colaboración: la apertura, la integración, la difusión del conocimiento son rasgos que pueden ser muy beneficiosos para España.
  • Combustibles fósiles: su futura escasez o encarecimiento serán un desafío, especialmente para los países más deficitarios.
  • Competitividad: España está en condiciones de sacar partido de ella, aunque hasta ahora su posición ha sido débil, y sus perspectivas de mejora pocas.
  • Comunicaciones con la Infraestructura y ciudades inteligentes: un motor de cambio nuevo, que afecta a las infraestructuras públicas, un campo donde España puede ganar una experiencia que puede exportar.
  • Democracia 2.0: la participación ciudadana usando los medios sociales es una oportunidad para renovar la democracia española.
  • Descontento: su despertar afectará seriamente a todas las sociedades, y sobre todo a las más adormecidas.
  • Desigualdad: un factor clave de deterioro social y una seria amenaza en España.
  • Desintermediación: en un país con pequeñas empresas es una oportunidad el desarrollo de canales directos entre productores y consumidores.
  • Deuda: amenaza global, sobre todo a los países desarrollados, y especialmente por su historia y evolución a España.
  • Digi-real: un cambio de la visión del mundo, motor de desarrollo económico y tecnológico.
  • Digitalización: puede tener consecuencias positivas para países que traten de ponerse en cabeza y exportar su experiencia.
  • Educación: debería ser una oportunidad para España, pero parecemos abocados a un mayor deterioro del sistema.
  • Energía: es uno de los grandes desafíos del futuro, y una oportunidad para los países que puedan encontrar la forma de reducir su dependencia de las fuentes tradicionales.
  • Envejecimiento y rejuvenecimiento: el envejecimiento afecta sobre todo a los países desarrollados e impactará con dureza en aquellos que tengan una baja tasa de natalidad.
  • Estado y actores no-estatales: una oportunidad para racionalizar y hacer valer una intensa experiencia en descentralización.
  • Fabricación personal: un posible cambio radical en la economía, y una oportunidad para países con una industria débil.
  • Hipertransparencia: ya está teniendo un gran impacto en la política de muchos países y puede ser un movimiento enriquecedor en España.
  • Identidad: va a ser un tema de los próximos años por sus implicaciones que salen del mundo virtual.
  • Innovación “barata”: va a tener un gran impacto en la industria global, y en campos como la salud, sobre todo en países en desarrollo.
  • Innovación abierta: puede suponer un gran beneficio para la circulación de ideas en países como España.
  • Integración: la progresiva integración en entes como la Unión Europea ha sido especialmente beneficiosa para países como España, que ahora debe encontrar una nueva forma de aportar y recibir sin diluirse en ella.
  • Interdependencia: la progresiva dependencia mutua en cada vez más campos es uno de los grandes movimientos de nuestro tiempo, y unirse a esa corriente, aunque desafiante, puede ofrecer oportunidades.
  • IoT: un importante desarrollo tecnológico futuro que se puede impulsar desde España, sobre todo por el lado de las infraestructuras y las ciudades inteligentes.
  • Islam: temática importante para España como país vecino, occidental y con población de ese origen. La incierta evolución futura hace difícil determinar de qué forma afectarán los cambios
  •  “Make”: una oportunidad para canalizar la creatividad en un país de empresas pequeñas e industria débil.
  • Materias primas: su potencial escasez tendrá un gran impacto, sobre todo en países no productores.
  • Meta-ciudad: abre la posibilidad de ponerse en vanguardia de una nueva forma de concebir las ciudades.
  • Movilidad: la ola de cambios tecnológicos, económicos y sociales continuará y se pronunciará su impacto
  • Nano: otro de los pilares de la investigación futura, y un campo en el que España tiene oportunidades.
  • Paro: el paro va a ser un problema crucial en aquellas economías en las que tenga un mayor componente estructural.
  • Salud: su elevado gasto va a pesar sobre países ya fuertemente endeudados y envejecidos.
  • Social: una gran corriente nacida en la tecnología pero que está teniendo impacto en muchos otros campos.
  • Talento: puede ser una gran oportunidad para quienes sepan incentivarlo, cuidarlo y evitar que se vaya.
  • TIC: continuará la acelerada evolución tecnológica de la mano de las comunicaciones y la informática, y seguirá habiendo una oportunidad para quienes favorezcan su desarrollo.
  • Traducción automática: de llegar a puerto tendría un impacto especialmente beneficioso en un país como España con tan bajo dominio de otras lenguas.
  • Transporte: el consumo de energía y las emisiones que genera van a presionar para que haya cambios en la forma de movernos y transportar nuestras mercancías.

Con esta entrada finaliza la serie sobre el año 2020 o MMXX en números romanos. No contemplo más actividad en el blog –de momento. Quizá acabe generando un documento integrado con todo este material, pero ahora mismo me parece poco probable.

La actividad futura seguirá en la versión abreviada del blog (proyectoa1.tumblr.com) y en Twitter (en las cuentas @proyectoa1 y @alalga) donde espero poder encontrarme con todos los que habéis tenido la paciencia de seguir estos artículos.

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MMXX – Tendencias para 2020 (VI)

Posted by Alonso Alvarez en 2011/05/05

Sexta entrega que cierra la recopilación de las principales tendencias para el año 2020 recogidas en una serie de entradas del blog. Estos artículos se han ido  intercalados con otros recogiendo aspectos más concretos como la tecnología o la economía, por ejemplo. Al final, estas tendencias se ordenarán y dispondrán en un mapa que sea una vista sintética de todo el proceso.

Están disponible el catálogo completo de las publicadas hasta ahora, así como la primerasegundaterceracuarta y quinta partes.

Las correspondientes a esta entrada son:

Jugar: derivado del éxito de la introducción de los videojuegos en la cultura popular desde los años 80, la metáfora del juego aplicada a todo tipo de actividades “serias” es un rasgo distintivo de nuestro tiempo que va a más. No solamente la manera de manejar muchos productos y equipos sigue la metáfora del juego, si no que muchos de sus conceptos se aplican a la filosofía misma de servicios de todo tipo.

Gratis: lo que hace pocos años era inconcebible, el fremium o los modelos negocio basados en la gratuidad, es hoy una realidad. Se trata de una idea con un largo recorrido e impacto futuro. La cultura de la gratuidad está desbordando sus orígenes en Internet y si bien es dudoso que alcance una posición dominante, sí que su influencia se dejará notar en todos los ámbitos.

Religión: quizá como consecuencia de uno de esos vaivenes de la historia, podría ser que un nuevo auge religioso siga a la ola de laicismo presente, sobre todo, en los países desarrollados. Lo cierto es que se está viviendo un auge religioso en África, América y China, y en gran parte del mundo islámico. Además de las tradicionales, una gran cantidad de nuevas religiones aparecen cada año, desde variantes de las llamadas iglesias pentecostales, a religiones de nuevo cuño, sincréticas o inspiradas en movimientos parareligiosos (como la new age). Más dudoso es afirmar que estamos ante un momento de explosión religiosa como hace 2.500 años, pero de ser así, las consecuencias sólo serían visibles en el muy largo plazo.

Transporte: los próximos años pueden ser decisivos para el futuro de transporte. El elevado precio de los combustibles, la congestión de rutas (por no hablar de las ciudades) y el peso del transporte en la generación de CO2 global hará que se ponga en cuestión. Al mismo tiempo hay una fuerte presión para contener su precio y aumentar su capacidad. La tendencia a primar los productos locales, y la fabricación distribuida (impresión 3D) pueden acabar teniendo efecto en el largo plazo. En paralelo, se está avanzando mucho en el desarrollo de sistemas de ayuda a la conducción y vehículos autónomos, especialmente en el entorno militar: desde aviones a vehículos terrestres, y puede que trenes y barcos en el futuro.

Desigualdad: la falta de igualdades económicas, sociales y políticas tanto individuales como entre grupos,  continuará alimentando la percepción de injusticia entre aquellos que no vean cumplidas sus expectativas. Aunque las condiciones materiales podrían seguir mejorando en los próximos años, y parece posible una reducción de la pobreza más extrema, la brecha entre ricos y pobres se seguiría ampliando. Las diferencias más grandes seguirán en los países más pobres, pero se están ensanchando en países como China. Estas diferencias serán cada vez más visibles con el acceso a tecnologías de comunicaciones más baratas. Este escenario puede favorecer el resurgir de movimientos anticapitalistas, populistas y marxistas, y estimular descontento y revueltas en todo el mundo.

Clase media: y su caída y auge en distintas partes del mundo. Hace años que se anticipa un declive de la clase media en los países desarrollados que se traduce en la impresión de que el nivel de vida y oportunidades de los padres no sería alcanzado por los hijos. En estos países hay amenaza de niveles de paro crónico, se ha vivido una escalada casi universal de los precios de la vivienda, parece haber una cierta “burbuja” educativa y se destaca la sobrecualificación como un mal para muchos jóvenes. Como consecuencia, podemos esperar un descontento cuya traducción final es difícil de anticipar (la falta de oportunidades más la ausencia de libertades parecen ser las principales motivaciones de las revueltas en los países árabes). En cambio, en las economías emergentes en rápido crecimiento se está viviendo un auge de la clase media, que se triplicaría en países como la India, por ejemplo. A pesar de las desigualdades, una potente clase media está naciendo en China, Brasil o India, hasta el punto de que en diez a veinte años superará en número a su equivalente en Occidente.

Geoingeniería: este es uno de esos conceptos que tendrá una gran influencia aunque muy posiblemente no lo veremos realizado en los próximos años. La modificación a gran escala de las condiciones climáticas de un planeta entero tiene mucho de ciencia ficción, pero si aceptamos la mano humana en la evolución del clima en la Tierra, el concepto parece perfectamente plausible. Esta idea, la de corregir el clima por medio de acciones a gran escala, se está difundiendo y puede jugar un papel en el futuro.

Cultura global: una de las consecuencias de la globalización y el libre movimiento de capitales, mercancías y, en cierta medida, personas es la difusión de ideas, costumbres y contenidos culturales. Ya no se trata únicamente de la ubicua presencia de iconos, referencias y contenidos occidentales (sobre todo de Estados Unidos) a través de la radio, cine y TV, si no que naciones emergentes, especialmente de Asia, están contribuyendo. Parece que estamos abocados a la aparición de una verdadera cultura transnacional y ubicua, tanto de élite como de masas, con un grado de homogeneidad similar al de la tecnología o las formas arquitectónicas. Las reacciones contrarias ya existían, incluso dentro del mundo occidental, y van desde el proteccionismo al rechazo y persecución, aunque parecemos abocados a un proceso de homogeneización en el largo plazo.

Nuevos interfaces: la interacción con la tecnología presenta carencias que están tratando de resolver estas nuevas formas poner en contacto a usuarios y objetos. Los interfaces actuales (desde teclados a ratones, pasando por pantallas o sonidos) cubren de manera parcial y muchas veces insatisfactoria la necesidad de la comunicación entre personas y máquinas. Una nueva generación de interfaces se está apoyando en el uso de modos alternativos de interacción: detección de gestos, BCI (interfaces entre mente y máquina), hápticos o táctiles, o los sensibles al contexto y las emociones. En los próximos años veremos cómo se perfeccionan estos nuevos interfaces y qué grado de utilidad y aceptación pueden obtener del público.

Educación: sin duda uno de los temas centrales de la próxima década, aunque pueda ser en su conjunto un tema de debate intemporal. Aunque los cambios de calado son lentos en este entorno, son muchas las presiones en torno al modelo educativo. Para empezar está el papel de la tecnología y su impacto: la forma en la que el elearning se está introduciendo, o el uso final que tendrán los medios electrónicos en el aula. También la sobreformación (exceso de cualificación para los puestos de trabajo disponibles) y fracaso escolar de algunos países, las diferentes concepciones entre países desarrollados y emergentes (sobre todo China e India), o una supuesta “burbuja educativa” (inversión en educación difícil de recuperar por la falta de oportunidades), y finalmente si habrá un relevo en liderazgo científico y calidad de centros occidentales frente a los de otros países.

Todas las entradas de esta serie dedicada al año 2020 pueden encontrarse en la sección MMXX del blog.

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MMXX – Tendencias para 2020 (V)

Posted by Alonso Alvarez en 2011/04/28

Quinta y penúltima entrega de la recopilación de las principales tendencias para el año 2020 recogidas en una serie de entradas del blog. Estos artículos irán intercalados con otros que recogerán aspectos más concretos como la tecnología o la economía, por ejemplo. Al final, estas tendencias se ordenarán y dispondrán en un mapa que sea una vista sintética de todo el proceso.

Están disponibles la primerasegundatercera y cuarta partes, así como el catálogo completo de las publicadas hasta ahora. Las correspondientes a esta entrada son:

TIC: uno de los grandes protagonistas de los grandes cambios son las Tecnologías de Información y Comunicaciones, o TIC, que engloban desde procesadores a Internet, desde sensores a la robótica, los sistemas expertos o los teléfonos móviles. No hay signos de que esa evolución tecnológica acelerada vaya a decaer, aunque su foco ha ido variando en los últimos años pasando del hardware al software, dentro de éste a los servicios de Internet y últimamente hacia la componente social y colaborativa, la movilidad y el cloud como nueva infraestructura. Una amenaza para la continuidad de este desarrollo es el desplazamiento del foco de inversión hacia la energía. En los próximos años comprobaremos si se mantiene vigente la llamada Ley de Moore (que dicta el aumento de capacidad y reducción de precio de los componentes año a año) o si deben surgir nuevas formas de computación alternativas al silicio.

Asia: si hay tendencia que parece haber un amplio consenso es el supuesto movimiento del centro de gravedad mundial hacia Asia. Incluso se presenta a veces como el siguiente paso en un movimiento hacia el Oeste que empezó en el Creciente Fértil, luego saltó a Europa, de ahí a América y ahora estaría cruzando el Pacífico. Es indudable que el fuerte crecimiento de naciones asiáticas –especialmente China e India- llevará aparejado también un mayor protagonismo mundial, pero aún es pronto para dar por finiquitado al mundo occidental. Además, el mundo del futuro no tiene porqué tener necesariamente un único centro, y podría estar menos polarizado que en el pasado.

Salud: y especialmente el coste de la salud, sobre todo en naciones desarrolladas (incluso en Estados Unidos donde la cobertura pública es limitada), es uno de los grandes desafíos del futuro. Al mismo tiempo, una enorme porción de la población mundial no tiene acceso a los servicios más básicos. A pesar del esfuerzo en investigación los sistemas de salud suelen ser bastante conservadores: ni la integración y disponibilidad universal de información de pacientes, ni los tratamientos basados en la genética, entre otras muchas promesas de futuro, están entre nosotros. eHealth, como concepto que implica el uso de tecnologías TIC aplicadas a la salud, tiene aún un largo recorrido por delante para cumplir la promesa de proporcionar mayor autonomía a los pacientes, atención personalizada y remota. En el otro extremo, la innovación barata (desde dispositivos de análisis muy simplificados, al uso de SMS) puede tener un gran impacto en las naciones en desarrollo. La esperanza de vida aumenta (tres meses cada año) perolas personas se sienten menos sanas que en el pasado, quizá por tener más información y expectativas.

Islam: una de las grandes incertidumbres del futuro es la evolución del Islam y las sociedades en las que es mayoritario. El descontento y los movimientos sociales que han cristalizado en 2011 (aunque sus raíces podrían estar en las protestas de hace dos años en Irán) añade aún más incertidumbre, y de la evolución de Túnez, Egipto, Libia, Yemen o Siria se derivará una ampliación de esa ola de cambios a otros países. La duda entre un Islam radical o moderado, la difusión del modelo indonesio, la evolución de las –cuantiosas- minorías musulmanas de China, Rusia e India, de la emigración en Europa, o de las relaciones entre Occidente e Islam seguirán siendo temas centrales del debate futuro.

Dólar: y su papel como unidad de referencia internacional. No es descartable que la presión de los BRIC (Brasil, Rusia, India, China) acabe modificando el sistema actual de tipos de cambio flotantes y dólar como referencia. Tras una acción así está el propio crecimiento de estas naciones y la abrumadora deuda de Estados Unidos. Una opción es un sistema menos polarizado en torno a una única moneda. También está la propuesta de una nueva unidad de referencia, los SDR o DEG (Derechos Especiales de Giro), o un sistema similar aunque parece menos probable. En cualquier caso, la pérdida de protagonismo del dólar como moneda mundial de referencia, se traducirá en una merma de la capacidad de influencia y poder de los Estados Unidos.

Deuda: la enorme deuda de las naciones desarrolladas es una gran amenaza para el futuro de su prosperidad. Las pasadas crisis de deuda han afectado a países en desarrollo, por lo que éste es un fenómeno relativamente novedoso. La enorme deuda afecta a la inversión pública y al estado del bienestar, y aleja de la inversión de los países amenazados. La deuda amenaza a la propia existencia de la Unión Europea, compromete la recuperación de Japón y es la principal incertidumbre sobre la evolución y el papel futuro de Estados Unidos. Aunque es una gran fuente de incertidumbre, es seguro que no tendremos que esperar al 2020 para empezar a ver las consecuencias del desenlace de esta crisis.

Pandemias: el aumento de población, la facilidad para los desplazamientos humanos (turismo, migraciones) y la globalización ponen los fundamentos para facilitar los movimientos de todo tipo de enfermedades, incluso algunas  consideradas como erradicadas en determinadas zonas. En los últimos años hemos tenido varias amenazas de pandemias biológicas que afortunadamente no han acabado teniendo las –funestas- consecuencias que se anticipaban, sin embargo se han convertido en un componente destacado del catálogo de amenazas que pesan sobre la humanidad. Además, la difusión de Internet, la adopción generalizada de tecnologías de información y comunicaciones, y la progresiva dependencia de su uso que ha desarrollado nuestro mundo, lo hacen muy vulnerable a otro tipo de pandemias, las electrónicas,  que han demostrado su capacidad de destrucción en el pasado –virus por ejemplo- y que pueden hacerse más sofisticadas, inteligentes y dañinas en el futuro (llegando al extremo de una hipotética ciberguerra).

Descontento: las dificultades económicas, las desigualdades, la falta de oportunidades y perspectivas están definiendo un escenario de descontento generalizado. En los países desarrollados se ha abierto paso la idea de que la próxima generación no podrá acceder a las oportunidades y modo de vida de sus padres. Recientemente hemos visto como en naciones sin libertades ni perspectivas de desarrollo económico, el descontento se ha traducido en revueltas contra el poder. “¡Indignaos!” de Hessel es un libro que está teniendo un gran impacto en países como Francia agitando contra la indiferencia y abogando por la insurrección pacífica. Paradójicamente, en España, hay un acusado descenso en la implicación de los jóvenes en causas concretas, ya sea desde el asociacionismo, el voluntariado o la política.

Aislamiento. La crisis, la presión sobre las materias primas o la simple reacción ante la globalización, pueden dar paso a actitudes de aislamiento y proteccionismo.  El nacionalismo de los recursos es una de sus expresiones, y consiste en el control estatal de recursos, generalmente energéticos, y su uso para alcanzar objetivos nacionales. Esta forma de proteccionismo se ha ido extendiendo desde el petróleo (en 30 años ha pasado del 30 al 80% el control estatal) a otros recursos minerales, y recientemente hemos visto prohibiciones de exportación sobre producciones agrarias. Sin llegar en modo alguno a los extremos de la autarquía, el recurso al cierre de fronteras y el aislamiento del exterior puede ser más frecuente que en el pasado, tanto por motivos económicos como ideológicos.

Colaboración: la innovación abierta, la sabiduría de las masa (crowd wisdom), o el crowdsourcing reflejan una tendencia generalizada hacia formas de colaboración intelectual y económica como nunca se había visto. Internet es el motor y nexo de unión para esta nueva forma de hacer las cosas, y los principales ejemplos están muy asociados a la Red: Wikipedia, SETI, el software open source. La colaboración da lugar en la empresa a estructuras menos jerárquicas y más abiertas, incluso a empresas virtuales; los ciudadanos tienen herramientas para participar en la toma de decisiones; la educación y la salud están cambiando su naturaleza; la colaboración alcanza rincones como la energía de la mano del concepto de smart grid.

Personalización: aunque es una promesa con muchos años de historia, lo cierto es que la tecnología está poniendo las bases para que sea posible ofrecer servicios y productos cada vez más personalizados. El salto que podemos vivir en los próximos años es pasar de una abrumadora lista de opciones que debe completar una persona para acceder al producto que busca (piénsese en el catálogo de opciones de un coche o en el formulario de un servicio de noticias personalizado) a un reconocimiento de la persona y su contexto que permita anticipar sus gustos y preferencias. La personalización rompe con la fabricación en masa y la estandarización, y abre las puertas a nuevos modelos empresa, producción y atención al cliente. El “hacking”, entendido como la capacidad de cambiar o mejorar un producto o servicio, es una componente más de esta corriente, y las empresas tendrán que aprender a vivir en un mundo de productos-plataforma, personalizables y modificables.

Nuevas ciudades: los países en desarrollo son el motor de la creciente urbanización de la población. En los próximos 15 años, unas 400 ciudades –en su mayoría desconocidas- generarán el 40% del crecimiento urbano, superando al conjunto de los países desarrollados y las mega-ciudades de más de 10 millones de habitantes. Estas nuevas ciudades, de tamaño mediano, abren la puerta a nuevos mercados, plantean nuevas necesidades de gestión de recursos en sus países, y serán el polo del desarrollo económico de un futuro en el que la mayor parte de la clase media se encontrará en ciudades de naciones emergentes.

Energía nuclear: hasta el tsunami de Japón y su impacto en la central de Fukushima (un claro ejemplo de un cisne negro) se estaba viviendo una relativa recuperación de la energía nuclear en el mundo. Parecían quedar atrás los miedos por la seguridad que se materializaron en Chernóbil, se anticipaban nuevas generaciones más eficientes y seguras, ofrecía una menor dependencia de –inestables- países productores, y se presentaba como una alternativa limpia y sin CO2 a los combustibles fósiles. A día de hoy se están definiendo dos actitudes: prudencia cuando no retirada en países desarrollados, que está llevando a congelar muchos proyectos y al cierre de centrales, especialmente las de las primeras generaciones; y apuesta clara en países emergentes, especialmente China e India. En concreto, esa última actitud está muy influenciada por las tecnologías basadas en el torio, que tendría como principales ventajas una mayor seguridad y disponibilidad, hasta el punto de prometer a sus usuarios la independencia energética para 2020.

Nueva naturaleza: aunque es posible que la mayor parte de la megafauna más representativa de nuestro tiempo permanezca en el futuro, lo hará en áreas protegidas y gestionadas. El concepto de naturaleza salvaje va a cambiar radicalmente a medida que aumente la población y su impacto sobre el paisaje, el llamado “antropoceno”. Al mismo tiempo, estamos viviendo una pérdida de la diversidad en que la que en gran medida se basa nuestra supervivencia pasada y futura. Una asignatura pendiente que posiblemente no se resuelva en el futuro inmediato es la forma de gestionar y proteger adecuadamente el patrimonio de la biodiversidad.

Innovación “barata”: para ser atractivos en sus mercados, los productos tecnológicos desarrollados en Occidente suelen acabar siendo sofisticados y caros, pero esas mismas características los alejan de los países emergentes. Este ha dado lugar a una nueva corriente de innovación en la que se consiguen productos tecnológicos a precios muy ajustados haciendo un ejercicio de simplificación y eliminando funciones innecesarias. Esos productos baratos y simples han resultado ser también muy atractivos en los países desarrollados. De esta forma, se está produciendo una nueva ola de innovación “austera” basada en la simplificación y abaratamiento que resolviendo necesidades propias de mercados emergentes, está alcanzando dimensión global.

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MMXX – Política y sociedad en 2020

Posted by Alonso Alvarez en 2011/04/25

Aunque sería más conveniente hablar de política-ficción, dado que éste es uno de los campos más susceptibles de verse más afectados por la aparición de los “cisnes negros” de Taleb -esos hecho de alto impacto, baja probabilidad y en absoluto predecibles. El azar, el impacto de hechos y tendencias procedentes de otros campos, o el imprevisible papel de personas concretas son algunos de los factores que influyen en esta área, y que hacen de ella tan impredecible.

Visto desde 1910, el mundo que se anticipaba para 1920 era bien distinto. Podría intuirse una posible guerra entre potencias (en realidad, se llevaba anunciando veinte años) pero la cadena de acontecimientos, los resultados, los enormes cambios en los mapas y la política de las naciones no podían en modo alguno anticiparse. Lo mismo se aplica al mundo que se anticipaba en 1980 0 en 2000. Con posterioridad los libros de historia sobre cualquier periodo contienen capítulos desgranando los antecedentes y las causas, reforzando la ficción de que las señales de los cambios posteriores fueran fáciles de identificar y trazar. Los hechos que desencadenarán los grandes cambios del mañana seguramente ya están en marcha y aunque fuéramos capaces de reconocerlos, poco podríamos hacer para cambiar su curso. Pero de entre esa neblina de confusión hay quien es capaz de aventurar los grandes cambios, las tendencias del futuro. Vamos a repasar unas cuantas.

Hay una opinión generalizada acerca de un desplazamiento del centro de gravedad hacia el este. En el fondo no deja de ser una versión modernizada del determinismo climático: el centro de gravedad de la Civilización salta de Oriente a Grecia, luego a Roma y Europa Occidental, cruza el Atlántico, se desplaza al Oeste y ahora cruzaría el Pacífico.

Lo que es cierto es que estamos viviendo un formidable auge económico en países y ciudades asiáticas que aunque nos suene a novedoso, no es más un retorno a la situación habitual en el mundo hasta aproximadamente 1700: India y China concentrando buena parte de la población y riqueza mundial, y siendo a la vez centros de conocimiento y tecnología. Ese es el motivo de hablar en su caso de naciones “re-emergentes”.

Ese crecimiento, a pesar de ser aún muy limitado en el tiempo, está sembrando la percepción de declive en Estados Unidos y auge en China. Lo cierto es que es muy pronto para asegurar que estemos ante ese proceso pero esa idea está calando, sobre todo en China, a la vista de su creciente asertividad en política exterior, y las opiniones y actitudes que empiezan a adoptar sus altos funcionarios. Lo cierto es que no se puede decir que en los últimos años China no haya expresado con contundencia sus opiniones e intereses (algo más que roces con India, Unión Soviética y Vietnam, además de la permanente tensión con Taiwán) pero la ampliación de su área de interés económico, que ahora se extiende al Pacífico, África y Sudamérica, hace que puedan adoptar actitudes más firmes. Eso supone al final roces, especialmente con Estados Unidos, y riesgos. Es quizá un poco aventurado hablar de una reedición de la Guerra Fría, pero de la experiencia pasada se pueden (y deben) obtener enseñanzas para el futuro.

Además, China tiene que resolver aún grandes problemas internos: contaminación, envejecimiento, crecimiento urbano, demanda de energía, corrupción, minorías, falta de libertades. En el otro extremo, Estados Unidos dista mucho de ser un país en declive, aunque el gasto y la deuda sea una enorme amenaza para su futuro, incluso inmediato. Sigue siendo la mayor economía, el principal atractor de talento, centro financiero, potencia científica y tecnológica, el tercer país más poblado y extenso, y uno de los grandes productores de materias primas. Su ejército no es el más numeroso ni el que recibe un mayor porcentaje del PIB, pero sí es el más costoso en números absolutos, el más tecnificado y con una proyección casi universal.

A la vista de lo anterior, no parece que se justifique esa sensación de auge y declive, sin embargo, la idea está ahí, y se está difundiendo rápidamente, lo que puede contribuir en gran manera a que un día pueda ser una realidad.

Algunas magnitudes comparadas de China y USA

Hay continuidad en las fuentes de conflicto futura. La presión sobre el acceso a recursos tendría un papel protagonista, lo que no es en modo alguno una novedad. Ni siquiera las disputas sobre el agua o una hipotética escasez de alimentos.

Lo que sí parece en principio descartable es una competición ideológica o una reedición de la Guerra Fría. De todas formas, podríamos ver una recuperación de antiguas ideologías, quizá prematuramente dadas por muertas.

Las grandes potencias regionales mantendrían sus esferas de influencia, mientras otros estados menores apostarían por bloques regionales para sacar mayor partido de su influencia colectiva. Estas esferas y bloques estarían basadas, como ha sido siempre, en la proximidad geográfica, intereses de seguridad comunes, idioma, cultura, relaciones económicas, e ideología política y religión.

En cambio, la globalización hace que esas esferas de influencia sean fluidas y dinámicas, aunque factores como la posesión de armas de destrucción masiva hacen dudosa la posibilidad de intervención de unas potencias en el área de interés de otras. Los roces se podrían dar en áreas donde se superpongan esas esferas de interés o donde haya un alto potencial de desarrollo de recursos, como partes de África, el área del índico, los estrechos e islas del sudeste asiático, y el Ártico.

En lo más cercano, la Unión Europea podría seguir ganando poder y expandir su papel económico, de seguridad e influencia exterior, sin que ello dé lugar a una estructura militar alternativa a la OTAN.

El papel del estado parece ser otro de los grandes debates del futuro. Los estados son más ubicuos y complejos, y cuentan con más herramientas que en ningún otro momento de la historia, pero la corriente hacia una mayor descentralización casi universal, el auge de entidades supranacionales, y del papel de las grandes ciudades y la enorme deuda, especialmente en los estados-nación tradicionales –como consecuencia de su tamaño- amenazan su futuro.

Para algunos, la crisis de los grandes estados-nación en real. Debilitados por su déficit y deuda, la separación de intereses entre gobernantes y gobernados, y los errores magnificados por la centralización.

Hay corrientes que defienden un Estado más pequeño, y otras que quieren dar más relevancia a entidades no necesariamente estatales. No es que vayamos a ver grandes cambios en este sentido, pero sí cómo crece y se difunde ese debate y las posibles alternativas al modelo actual, que puede afectar hasta la moneda y su papel futuro.

Otro potencial cambio importante relacionado con el gobierno puede ser el de pérdida de atractivo e influencia del modelo político y económico occidental (el “Consenso de Washington) dominante desde el final de la Guerra. Países que tengan que afrontar serios desafíos de pobreza, impacto ecológico o desigualdades, especialmente en países en desarrollo, podrían decantarse por un “modelo pekinés” con más control, planificación, regulación y un sistema de mercado controlado política y económicamente.

En los países en desarrollo las proyecciones de crecimiento de la clase media son impresionantes, y la pobreza extrema remite, aunque parece que las desigualdades crecen. En el mundo desarrollado la clase media estaría amenazada con menos oportunidades y un deterioro general de sus condiciones económicas y de ascenso social. Eso hace que cunda la percepción de que los hijos no podrán aspirar al nivel de vida y oportunidades de los padres y con ella un descontento que podría manifestarse en movimientos sociales, amparados por nuevas ideologías o reediciones de otras ya conocidas. Podríamos ver el modelo de ese descontento por la falta de oportunidades (y condimentado con falta de libertades) traducido en ira en los recientes movimientos sociales iniciados en Irán y extendidos a Túnez, Egipto, Yemen, Siria  otros. También es posible que el descontento en los países desarrollados tenga otros componentes como un cierto hastío del modelo, o la añoranza de un épica pasada de revoluciones y protestas.

Impacto mediático de las amenazas ficticias o reales

Al aumento de la población, de su densidad y las comunicaciones, de la mano de la globalización, hacen más viable la rápida expansión de pandemias, tanto biológicas como electrónicas. En nuestra experiencia reciente hemos podido comprobar que la amenaza de pandemia es a veces tan destructiva como lo podría ser la propia enfermedad.

Y, por último, ¿qué hay sobre la “política por otros medios”? Un mundo multipolar, como parece el del futuro, aumenta los riesgos y posibilidades de conflicto. Sin embargo, las grandes guerras del pasado parecen muy poco probables y, a pesar de todo, la tendencia histórica en los últimos 100 años es hacia más conflictos internos que externos. El enorme coste de las guerras, aún las más limitadas, las hacen poco viables, especialmente en el modelo de intervención lejana de países desarrollados, aunque este argumento –coste e interdependencia económica- era el invocado para considerar improbable una guerra en 1914. La difícil supervivencia en el campo de batalla –generalizado- actual parece un factor más disuasorio.

Otra tendencia en los conflictos recientes en una –aún más- creciente confusión, sobre todo a la hora de identificar claramente bandos, límites geográficos, y en particular las condiciones de victoria o derrota. Ya no hay declaraciones de guerra y apenas tratados de paz. Los conflictos se abren y cierran sin formalismos y de manera confusa, si es que llegan a hacerlo.

El futuro nos amenaza con una potencial proliferación de armas de destrucción masiva, y de sus contramedidas. Estas armas son muy atractivas para regímenes amenazados que saben que su posesión es un salvaconducto frente a intervenciones exteriores directas o indirectas. Por ello es previsible que se redoblen los esfuerzos de ciertos países por –al menos nominalmente- contar con ellas.

Uno de los nuevos robots de combate aéreo, el "Barracuda" hispano-alemán

En cuanto a los medios y las formas, la inmensa mayoría de los conflictos se basan en formas clásicas con armas –sobre todo ligeras- modernas. Eso no impide que la introducción de la tecnología sea la principal herramienta de los países con mayor desarrollo económico. Conceptos como “Rapid Dominance” o la doctrina “Shock and awe” se basan en el control de la información y una abrumadora superioridad de medios y tecnología.

Claro que hemos visto como sus adversarios se han adaptado rápidamente con usos innovadores del armamento, y estructuras y organizaciones descentralizadas, ágiles y menos vulnerables. Los conflictos asimétricos aparecen en el futuro de las fuerzas armadas de los países desarrollados sin que hayan ideado una forma eficaz de disputarlos y de ganar a la vez sobre el terreno y en la opinión pública.

Por último, aunque la inmensa mayoría de los combatientes seguirá contando con herramientas muy básicas, la introducción de la tecnología será uno de los rasgos dominantes futuros. El uso de tecnologías de la información y las comunicaciones a todos los niveles permitirá un mayor control de las operaciones, aunque el flujo de información es tan grande que acaba produciendo problemas la incapacidad para tratarlo. Las armas tienden a ser más inteligentes, menos letales y mucho más caras. La robotización es un elemento reciente que está teniendo un gran impacto: iniciada para la vigilancia, se está extendiendo al transporte y al combate incluyendo una mayor autonomía de los sistemas. Será un importante factor futuro en la forma de desarrollar el viejo oficio de la guerra.

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MMXX – Tendencias para 2020 (IV)

Posted by Alonso Alvarez en 2011/04/06

Cuarta entrega de la recopilación de las principales tendencias para el año 2020 recogidas en una serie de entradas. Estos artículos irán intercalados con otros que recogerán aspectos más concretos como la tecnología o la economía, por ejemplo. Al final, la idea es ordenar estas tendencias y disponerlas en un mapa que sea una vista sintética de todo el proceso.

Están disponibles la primerasegunda y tercera partes, así como el catálogo completo de las publicadas hasta ahora. Las correspondientes a esta entrada son:

Agua: la gestión del agua es posiblemente uno de los motivos de que hayamos desarrollado una civilización (la “trampa hidráulica”), y su control sigue siendo uno de sus rasgos principales. El aumento de población, incluso en zonas inhóspitas, la contaminación, cambios en el clima, y un uso abrumador en agricultura e industria hacen que la escasez alcance incluso a regiones húmedas. Hay un consenso generalizado en considerar al agua uno de los factores críticos del siglo XXI, capaz de provocar disputas, guerras y migraciones por motivos medioambientales. Además, las fuentes naturales se están reduciendo y las alternativas son muy caras, lo que agrava la situación en naciones en desarrollo.

China: si el siglo XX se ha llamado el “siglo americano”, hay quien ve el XXI como el “siglo chino”. El espectacular crecimiento económico de China, que se está traduciendo rápidamente en influencia política (dirigida esencialmente al control de materias primas) puede derivar también en poder militar y un desarrollo tecnológico independiente. Considerar qué todo eso configure un mundo bipolar como el vivido en la Guerra Fría es un poco prematuro, no obstante. Aunque es cierto que la política china se volverá más asertiva y creará más puntos de roce, aún debe consolidar unos cimientos estables sorteando las amenazas de la corrupción, el aumento de las diferencias sociales, la ausencia de libertades políticas, la contaminación, la falta de recursos, el crecimiento urbano, o el envejecimiento de la población. Hay que tener en cuenta que durante la mayor parte de la historia de la Humanidad (aproximadamente hasta el siglo XVIII) el papel económico de China –e India- era muy relevante, lo que hace que se interprete el crecimiento actual como corrección de la “anomalía” histórica de los dos últimos siglos (más que países emergentes, podría hablarse de “re-emergentes”).

Energía: definitivamente es uno de los temas clave de la próxima década, y abre sus desafíos en varios frentes. En primer lugar está la reducción del consumo, especialmente de los combustibles fósiles (algo que no parece posible), la identificación de nuevas fuentes energéticas capaces de sustituir el catálogo usado actualmente, y la presión hacia el control del suministro y la autosuficiencia energética. Aunque la inversión tecnológica ha crecido enormemente en los últimos años, no parece que estemos cerca de encontrar una solución a los problemas actuales lo que podría llevarnos a una década llena de tensiones y movimientos geoestratégicos para tratar de asegurar el suministro basado en el modelo actual.

Retornos: es inevitable que vivamos la recuperación de viejas ideas que puedan haber “expiado sus culpas” y vuelvan con un nuevo prestigio, sobre todo en las nuevas generaciones y ayudadas por algunas condiciones de entorno. Las desigualdades pueden llevar, por ejemplo, a un resurgimiento de ideas anticapitalistas –un sentimiento que la crisis presente parece alimentar-, quizá ligadas a movimientos religiosos, anarquistas o nihilistas. Algo similar puede ocurrir con diversas formas de populismo o marxismo.

Plataformas: una tendencia observada desde hace ya algún tiempo en el mundo tecnológico, pero que se están extiendo a otros es el de convertir un producto en una plataforma y favorecer el crecimiento de un ecosistema de proveedores de nuevos servicios alrededor. No hay start up tecnológica que no tenga a día de hoy la pretensión de hacer que su producto sea una nueva plataforma de referencia, o de trabajar para una de las ya establecidas. Aunque Facebook, y el ecosistema de aplicaciones y servicios nacidos a su alrededor es un ejemplo clásico, de la mano de la innovación abierta están surgiendo otras propuestas, a veces con el apoyo del fabricante, y a veces con su oposición: robots Roomba modificables, diseños de Lego proporcionados por los usuarios, firmware alternativo para cámaras y equipos de comunicaciones, o reglajes de motor proporcionados por usuario. El consumidor del futuro parece esperar productos abiertos, plataformas que se puedan modificar, extender o adaptar a nuevas necesidades.

Integración: una de las corrientes contradictorias de nuestro tiempo (frente al aislamiento). La creación y consolidación de estructuras supranacionales parece haberse ralentizado (aunque también lo ha hecho la fiebre de creación de nuevas fronteras), pero podrían recibir un nuevo empuje si la Unión Europea –o parte de ella- adopta una resolución más clara hacia la creación de una entidad macroestatal. Como fórmula para combatir la crisis (frente al tradicional proteccionismo) es inédita, y de cómo resulte dependerá que el mapa del mundo que conocemos cambie decisivamente en el futuro.

Decrecimiento: una cara más del neoludismo, pero al mismo tiempo una idea con una penetración muy amplia dadas sus connotaciones ecologistas, anticonsumistas y anticapitalistas. La idea es invertir el proceso histórico, especialmente acelerado de los últimos siglos de crecimiento económico, demográfico, incluso tecnológico. Desde sus formas más moderadas (reducción del consumo y sostenibilidad) a los más extremos (reducir significativamente e incluso extinguir la Humanidad), el decrecionismo como reacción puede tener un papel muy significativo en función de la evolución futura de población, presión sobre los recursos y medio ambiente.

Open innovation: no se trata en absoluto de una novedad, pero los próximos años podrían mostrarnos una mayor difusión y adopción del concepto, incluso por administraciones públicas. La integración de los usuarios en la innovación de las empresas, el estímulo a la creatividad individual, el abandono de la fórmula del clásico laboratorio y su mundo cerrado y secreto, la transparencia en la difusión de la información y otros muchos aspectos propios de la innovación abierta se están convirtiendo en algo habitual y pueden suponer una nueva era de cambios en empresa y gobierno.

Materias primas: la presión de las economías emergentes (especialmente China, pero también se deja sentir India o Brasil) sobre las materias primas se consolidaría en la próxima década. Una carrera por asegurar fuentes de suministro, especialmente en África, está teniendo lugar en estos momentos. Al temido “peak oil” se unen otros “peak” de materiales que van desde el platino al carbón –barato. Esta presión se ha trasladado a la chatarra y los materiales recuperados. Todo ello conforma otro frente más (junto a la energía, el agua o los alimentos) de disputa sobre recursos ahora percibidos como escasos.

Cambio climático: el debate sobre el cambio, su origen y consecuencias está muy lejos de haberse cerrado. Puede que la crisis económica lo haya sacado de las portadas, pero se trata de un tema que ha calado hondo en la opinión pública, que se ha introducido el discurso político, y que está tras el empuje de una serie de tecnologías “limpias”. También puede acabar siendo usado como un arma económica al dificultar el comercio de productos “sucios” de países en desarrollo, frente a los “limpios” de los desarrollados. Dos grandes incógnitas de este periodo será de qué manera incorporará –si es que lo hace- China el discurso de sostenibilidad en su economía, y si las anunciadas consecuencias serán visibles (por ejemplo, los problemas que podrían derivarse por el deshielo del Himalaya) y por ello tendrán un impacto decisivo en la adopción o no de medidas.

Hipertransparencia: vivimos en la era de la hipertransparencia. Tenemos un conocimiento instantáneo e inimiginable hace unos de años de la actividad de muchas personas gracias a sus fotos, cambios de estado, preferencia, o check-ins. Además del continuo flujo de información personal canalizado a través de las redes sociales, existen todo tipo de iniciativas que empujan esa transparencia en gobiernos y empresas. Desde Open Data a Wikileaks los espacios para el secreto y la información oculta se reducen. Además, en un movimiento muy interesante, se le atribuye una enorme credibilidad a la información ubicua, anónima y sin contrastar, a veces a costa de los medios tradicionales, en claro declive en los países desarrollados.

Combustibles fósiles: la fuente energética de referencia de los últimos doscientos años (primero carbón, y luego petróleo) plantea cada vez más dudas. La certeza sobre su agotamiento (o al menos la extracción rentable), su papel en las emisiones contaminantes, o los conflictos por su control hacen que parezca muy mala idea prolongar nuestra dependencia. El problema está en las alternativas (o su ausencia), el crecimiento del consumo en países en crecimiento, las previsiones de un consumo per cápita estable o creciente, y la amenaza de nuevos conflictos. La atención sobre el petróleo –y en menor medida el carbón- será aún más alta que en los últimos años, y la necesidad de identificar nuevas reservas, se une la incertidumbre sobre si se ha alcanzado ya el máximo de producción, el temido “oil peak”.

Traducción automática: hace más de 40 años que se anuncia como un esquivo avance inminente (como la videoconferencia o el hogar automatizado), sin embargo es ahora cuando parecen darse las condiciones para que sea una realidad. Se trata de la combinación de mayor potencia en dispositivos portátiles, conectividad ubicua, procesado remoto (en Cloud) y nuevas aproximaciones y algoritmos. Sin estar aún cerca de la traducción de conversaciones en tiempo real, los textos procesados empiezan a ser aceptables, el reconocimiento de voz bastante acertado, y la síntesis realista. De seguir así, podríamos ver en los próximos años los primeros signos de terminar con la maldición de la torre de Babel, con las enormes implicaciones que ese hecho podría tener.

Estado y actores no-estatales: el papel del Estado está ahora mismo en debate y discusión, y coexisten varias corrientes contradictorias. Por un lado hay una fuerte corriente hacia la descentralización, dotando a entidades más pequeñas de un papel relevante (regiones, distritos, estados, prefecturas, autonomías) y no sólo como ejecutoras. Al mismo tiempo hay una corriente hacia la centralización, al menos de ciertas funciones delegadas. Mientras el tamaño, alcance e influencia del Estado es enorme, y en muchos lugares históricamente inédito, hay corrientes como la “Big Society” inglesa que impulsan un Estado menor, dejando muchas de sus funciones en la sociedad civil y en entidades no estatales. Lo cierto es que es difícil encontrar un momento de la Historia sin este tipo de entidades, aunque la proliferación, variedad y ubicuidad actuales son inéditas. Desde los entes supranacionales a las ONGs, su influencia no deja de crecer y la próxima década puede confirmar su papel cada día más influyente. Aunque el modelo basado en la ubicuidad y omnipresencia del Estado es el aceptado universalmente, el fracaso de muchos de ellos, y su sustitución por otras formas puede hacer que el debate sobre el Estado, su función y alcance se universalice.

Comunicaciones con la Infraestructura y ciudades inteligentes: una consecuencia del M2M (comunicación entre máquinas) y el I0T (Internet de las cosas) es la posibilidad de crear ciudades inteligentes. En ellas los elementos de infraestructura y mobiliario adquirirían inteligencia en forma de sensores, comunicaciones y cierta capacidad de proceso. La comunicación entre los elementos de infraestructura, y entre éstos y los vehículos y los dispositivos personales, permitirían construir nuevos servicios y formas de gestionar el tráfico, situaciones de emergencia, las infraestructuras y las interacciones de personas y objetos. Aunque el interés es muy grande, y hay ciudades que apuestan por ello, hay una gran incertidumbre sobre los modelos que harían sostenibles este tipo de servicios y su verdadera aceptación por parte del público.

Todas las entradas de esta serie dedicada al año 2020 pueden encontrarse en la sección MMXX del blog.

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MMXX – La tecnología (y IV), las tendencias

Posted by Alonso Alvarez en 2011/03/23

Cuarta y última de las entradas dedicadas a la tecnología dentro la serie sobre el año 2020(MMXX en números romanos). En la primera parte se mostró la visión de una serie de expertos, en la segunda parte se habló de las principales magnitudes que definirían el escenario tecnológico en 2020, en la tercera las grandes certezas e incertidumbres de ese futuro. Ahora llega el turno de hablar de las grandes metatendencias u «olas» de evolución de la tecnología del futuro.

Así que no se trata de hablar de tecnologías concretas sino de las corrientes que las definen, y las consecuencias más destacadas de la evolución intuida en los próximos años de la tecnología:

  • «En cualquier momento, en cualquier lugar, para cualquiera, en cualquier aparato«: la ubicuidad de la tecnología nos lleva a un futuro en el que el acceso a información, servicios y entretenimiento esté disponible sin importar condicionantes como localización, momento o dispositivo. Esa universalización conlleva también una extensión a todas las personas del mundo, ya que la penetración de la tecnología (pensemos en los teléfonos móviles) trasciende fronteras y condiciones, alcanzando a la población de áreas rurales remotas en países donde hay carencia de casi todo lo demás. Posiblemente, el gran avance del periodo será alcanzar a la mayoría de la población en países emergentes.
  • Conectados y en Movilidad: y esa tecnología no se entiende sin la conexión, disponible en cualquier lugar y a veces continuada. Parece que estamos cerca de olvidar (para todos, aunque ya hay quien aún lo experimenta) el acto de «conectarse» a una red. La otra cara de la conexión es su independencia de un lugar físico, ya que se vuelve ubicua y móvil, y con ella todos los dispositivos usados para la comunicación, la información y el entretenimiento. Otra consecuencia es la explosión en la variedad y función de los dispositivos móviles conectados, oscilando entre una gran especialización y generalidad, e integrados en el vaivén de la moda, y formando parte de los objetos de la vida diaria.
  • Se acabó olvidar: si ya hace tiempo que estamos delegando en las máquinas operaciones cada vez más simples. Y pronto todo tipo de informaciones y recuerdos quedarán en manos de medios tecnológicos. Aunque desigual, la información en Internet cubre en profundidad y extensión todos los campos de la vida, y está acabando con la necesidad de enciclopedias y obras de consulta. Pero es que incluso estamos dejando un creciente rastro multimedia de nuestros propios recuerdos que pueden también acabar compartidos y conocidos por otros. La posible pérdida de la necesaria “gimnasia mental” (de la misma forma que hemos perdido el ejercicio físico) se compensaría con propuestas como el “mind fitness”,  para refrescar nuestras capacidades mentales de la misma forma que el “fitness & wellness” lo hace con nuestros cuerpos.
  • Nunca más perdidos: la idea de que llevar en el bolsillo un sistema de localización preciso con cartografía muy elaborada podría parecer ciencia-ficción. Ahora es una realidad que no deja de expandirse y alcanzar a más personas en todo el mundo. Al GPS en teléfonos se están añadiendo otras tecnologías de localización personal, de identificación y vigilancia ubicuas, y de presentación de la información (por ejemplo la realidad aumentada) que están haciendo que la sensación de no saber dónde se está e ignorar algo sobre nuestro entorno sea pronto cosa del pasado.
  • Human augmentation: o H+ o transhumanismo es un concepto que se basa en la idea de que la ciencia y la tecnología van a ayudarnos a mejorar las capacidades de nuestro cuerpo y nuestros sentidos. En realidad, esas capacidades aumentadas ya existen: volamos y nos desplazamos a gran velocidad, superamos enfermedades de todo tipo, sustituimos nuestros órganos enfermos, recibimos información de todo el mundo en instantes, podemos ver en la oscuridad, o manipular objetos a gran distancia, tenemos la capacidad de hablar con cualquier persona en nuestro propio bolsillo. El siguiente paso parece ser integrar esas nuevas capacidades EN nuestro propio cuerpo (sensores, implantes, actuadores). Aunque el resultado no sea tan ambicioso, el concepto está calando fuertemente y tendrá implicaciones importantes en la tecnología y la sociedad.
  • Hacer (make): aunque los fundamentos de la tecnología son cada vez más –aún si cabe- sofisticados y alejados del público, su resultado ofrece mayores capacidades y autonomía a la personas. Ahora podemos retocar imágenes, editar video, actuar como agencia bancaria y de viajes, o editar textos e imprimirlos de manera profesional, entre otras muchas capacidades antes en manos de especialistas. Una notable corriente inspirada en la filosofía del código abierto ayuda a que cualquiera pueda construir o mejorar aparatos y dispositivos electrónicos de todo tipo. La impresión 3D, la fabricación personal, estando dentro de esta corriente, pueden tener un impacto decisivo al poner en manos del público la capacidad de (re)producir objetos físicos y no sólo contenidos digitales, como hasta ahora.
  • Video: hay un crecimiento observado y continuado del volumen de video transmitido en la red, y todo parece indicar que va a ser el tipo de contenido más relevante de los próximos años. Esto supone un cambio de paradigma muy importante en un mundo aún dominado en gran medida por la voz y las letras. Si el video domina, la forma de interactuar, de acceder a contenidos, o la naturaleza de éstos y los medios que los soportan, sufrirán grandes cambios.
  • Todo será software: e incluso todo será un servicio o una aplicación. El proceso de convertir todo tipo de dispositivos o componentes físicos en su expresión software, una de las bases del cloud computing, no dejará de crecer y acelerarse. Cuando algo pasa a ser software mueren las barreras físicas y se convierte en replicable, escalable y manipulable. Incluso, de una manera muy burda, los mundos virtuales, nos convierten en software a nosotros mismos. Este paradigma se moverá hacia nuevas áreas del mundo físico a medida que más y más componentes y objetos adquieran capacidad de proceso y comunicaciones. Otro forma de convertir la realidad en software es la capacidad de replicarla (con la impresión 3D o fabricación aditiva) en cualquier momento y lugar.
  • Digireal, o Realigital: las fronteras entre los real y virtual o digital se difuminan, y ambos mundos se mezclan. La realidad recibe información de contexto suplementaria, o se recrea y moldea dentro de ordenadores. Las relaciones personales alcanzan nuevas dimensiones que no implican el contacto directo tal y como lo conocemos. Los objetos físicos se reflejan en mundos paralelos o adquieren atributos virtuales en éste. La difusión de ideas y opiniones se traslada a un mundo virtual de relaciones. Estamos intuyendo que el mundo paralelo digital puede ser más atractivo que el real, y puede que en el futuro demos pasos más decididos para acabar viviendo en aquél.
  • Cambio acelerado: todos los rasgos anteriores definen un mundo escalable, donde los cambios se aceleran y suceden, como las generaciones del software. Aunque pueda resultar una visión algo exagerada y un poco utópica, es una idea muy poderosa, adoptada por muchos de los que impulsan el desarrollo de la tecnología, y quedará reflejada en ella. Posiblemente no sea más que una expresión de una distorsión de la realidad muy habitual (esa lente que magnifica todo lo que nos es cercano en el tiempo, mientras altera nuestra percepción del pasado), pero puede tener un gran impacto mucho más allá de la tecnología.
  • Al final, personas: por encima de todo, en los motivos y como destino de la evolución tecnológica, están las personas. Nuevas formas de comunicación y conocimiento aparecerán y se desarrollará un gran esfuerzo –posiblemente infructuoso- para lidiar con la avalancha de información. El contexto y las relaciones personales serán dimensiones tratadas por la tecnología, y podríamos dejar en sus manos partes de la interacción personal. Llegar al corazón de las personas seguirá siendo el factor que determine el éxito o fracaso de una nueva tecnología, aunque el papel de la comunicación y los servicios orientados a máquinas –reales o virtuales- no deje de crecer.

Como sé que a algunos esto les sabrá a poco, y que lo que esperan son listas de tecnologías concretas, no voy a decepcionarles y a continuación dejo una recopilación de lo que muchos artículos, colecciones de predicciones y documentos de analistas consideran las tecnologías más relevantes (para reducir la lista) en los próximos años:

Dispositivos

Realidad Aumentada

Servicios contextuales

Asistentes virtuales

Energía inalámbrica

Malware móvil

Internet TV

Mundos virtuales

Conexión WiFi de dispositivos

Coches autónomos

Nuevos  interfaces

Localización

Productos y servicios

Comunicaciones y colaboración unificadas

Comunicaciones evolucionadas

Mezcla de real y digital

Análisis y arquitecturas de soporte del contexto

Patrones

Mercados de ideas

Procesamiento extremo de transacciones

Plataformas

Video

Simulación

Medicina y cuidado remotos

Tecnologías básicas

Impresión 3D

IoT

Mercados de datos personales

Ciberguerra

Cogno

Procesado complejo de sucesos

Ciudadanos desarrolladores

Traducción automática y lenguaje natural

 

Infraestructura

Comunicaciones M2M

VoIP Inalámbrica

Conexión ubicua

Cloud, y Cloud híbrida

50B/6B

Software-Defined Radio

Infraestructura para Tiempo Real

Energía

Grafeno

Nano

El fin del SO

Y sí, debería dedicar algo de espacio a explicar cada una de ellas, el porqué y sus implicaciones, pero iba a resultar un artículo excesivo para un medio como éste, y me desviaría mucho del propósito de esta serie.

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MMXX – La economía en 2020

Posted by Alonso Alvarez en 2011/03/04

Aunque sujeta a importantes cambios por razones políticas, sociales, tecnológicas y medioambientales entre otras, y determinada por ciclos cuya periodicidad no sabemos anticipar, la economía es capaz de ofrecer tendencias, estimaciones y pronósticos con una sorprendente exactitud, dada su pobre fiabilidad.

Vaya por delante que la economía está sujeta a todo tipo de incertidumbres y que la ciencia económica ha demostrado ser muy acertada en el análisis de los acontecimientos pasados pero incapaz de predecir los grandes cambios futuros. Si echamos la vista atrás, la lista de hechos con un gran impacto económico que no han sido predichos es inacabable: la formidable crisis del sistema financiero y deuda pública actual, el acelerado crecimiento de las naciones emergentes, la explosión de los servicios basados en Internet y las comunicaciones móviles, el auge de los biocombustibles y otras energías alternativas, la escalada de los precios de materias primas y alimentos, y un largo etcétera sólo si nos fijamos en los últimos años. No obstante, siempre será posible encontrar autores que en su momento anticiparon y avisaron sobre las consecuencias de esos hechos, sin que fueran tenidos en cuenta por la opinión general (posiblemente porque las tendencias disruptivas anticipadas correctamente dejan de convertirse en algo excepcional y pasan desapercibidas, como una epidemia contenida a tiempo, o un atentado abortado antes de que suceda).

Hechas todas las advertencias anteriores, ¿qué podemos decir de la economía en 2020? Parece que hay la opinión generalizada de que el crecimiento de los países emergentes, personalizados en China, continuará orientada ahora hacia una sociedad de consumo, sin que se aprecie una reducción significativa en sus espectaculares tasas de crecimiento. Al mismo tiempo, los países desarrollados mantendrían unas tasas de crecimiento mucho más modestas. Eso lleva a proyectar cambios en los primeros puestos de los países más desarrollados.

 

Proyectando tendencias de crecimiento, parece que algún momento de los próximos 20 años China superaría a  Estados Unidos, algo que podría ocurrir tan pronto como en 2019. El crecimiento económico de China se espera muy alto, aunque ya resulta un tanto aventurado anticipar que supere a la mayor economía mundial en tan poco tiempo. En cualquier caso vamos a un mundo bipolar en lo económico.

Todo ello no hace sino abundar en la teoría del “desacoplamiento” cuya esencia es invertir la teoría de la “dependencia” de hace 50 años. Hasta ahora se suponía que las economías de países desarrollados (anteriormente conocidos como Primer Mundo) y países emergentes o en desarrollo (el antiguo Tercer Mundo) estaban fuertemente ligadas de forma que los primeros adquirían las materias primas y los productos fabricados por los segundos, siguiendo ambas los mismos ciclos de crecimiento y crisis. Sin embargo puede darse la circunstancia, a raíz de la crisis actual, de que los países emergentes sean capaces de desligarse del destino de los desarrollados, creciendo cuando los segundos caen en una crisis (y también debería verificarse la situación contraria). El hecho es China entre otros ha seguido manteniendo tasas de crecimiento aceleradas, arrastrando con ello a otros muchos países, mientras Occidente sigue sumido en la crisis o despertando lentamente. Si con esto se está definiendo un mundo con dos (o más) grandes zonas económicas, con sus propias reglas y ciclos, es algo que aún está por ver.

Uno de los signos de ese crecimiento desacoplado es el aumento continuado del precio de las materias primas. A las fuentes de energía se han unido metales raros primero, todo tipo de minerales después, alcanzando hasta los precios de los alimentos. Hay varios factores jugando aquí: un aumento del consumo en países emergentes, y un proceso de acaparación de recursos por parte de algunos (China, por ejemplo, cerrando todo tipo de acuerdos para asegurar el suministro de todo tipo de minerales, sobre todo en África): la amenaza de agotamiento de algunos, o al menos de modos baratos de acceder a ellos; la falta de capacidad de producción, que hace que una mala cosecha, o una revuelta en un país pueda suponer escasez; los biocombustibles, que detraen producción de alimentos para otros fines; o el mayor nivel de vida en países emergentes, lo que afecta los hábitos de consumo, moviendo las preferencias hacia alimentos más costosos, como la carne, que requieren de grandes cantidades de cereales para su producción.

La amenaza del “oil peak” –el punto de máxima producción mundial de petróleo a partir del cual empezaría a decrecer- pesa sobre el conjunto de la economía mundial. Tanto si ha ocurrido ya, como si acontece antes de 2020, o si se pospone a un momento más lejano en el futuro, lo que es cierto es que el acceso al petróleo barato se agota. Las explotaciones son cada vez más caras, y se busca en lugares más remotos, a mayores profundidades y en modos que requieren procesos de refino más caros. Posiblemente algo similar esté ocurriendo con el carbón –barato- mientras tanto, las necesidades mundiales siguen creciendo, no hay fuentes alternativas claras –al menos en el volumen de los combustibles convencionales- y el consumo per cápita de energía parece que no va a reducirse en esta década.

Tiempo para el agotamiento de materias primas

 

Todo escenario no sería posible sin la globalización que como tendencia parece que va seguir avanzando y profundizando, aunque hay una seria amenaza de vuelta al proteccionismo y de la creación de barreras comerciales por países que se sientan amenazados por el crecimiento de otros. De hecho, ya estamos viendo ese tipo de barreras en forma de restricciones a la exportación de materias primas, sobre todo alimentos y minerales, tanto por razones de garantizar el abastecimiento interior como ideológicas.

De continuar la tendencia hacia profundizar la globalización, veríamos varias consecuencias: relevos en la lista de países proveedores de mano de obra barata para fabricación de todo tipo de productos (de hecho, en el medio plazo, China podría acabar convirtiéndose en una importadora de mano de obra), que podría alcanzar incluso a África; un aumento de los intercambios comerciales y de la circulación de capitales; una mayor presión hacia conseguir una alternativa al dólar como divisa de referencia; una mayor homogeneidad cultural (aunque posiblemente incorporando elementos propios de Oriente); una mayor migración y circulación de personas; y la expansión de una clase internacional formada por técnicos, profesionales, empresarios, o altos funcionarios que viven y trabajan a través de fronteras.

Esa clase internacional es una de las características definidoras de la empresa del futuro. Aunque seguirán existiendo muchos de los modelo de empresa actual, algunos anclados en tradiciones de siglos (seguirá habiendo con alta probabilidad desde tiendas de barrio y pequeños talleres a grandes empresas de producción masiva), las nuevas empresas estarán determinadas por el talento, su búsqueda y explotación. Ese talento debería circular libremente en un mundo globalizado, en un mercado laboral sin barreras legales –ni de idioma. La innovación como motor del desarrollo se irá decantando cada vez más por formas más abiertas y permeables dejando atrás el viejo concepto de la innovación interna de laboratorio cerrado. Esa apertura, ahora tan característica de empresas tecnológicas, podría extender a otro tipo de industrias. La innovación abierta, la empresa como plataforma, la empresa virtual (sin más activos propios que los realmente diferenciales), la agregación, todos ellos son conceptos que podrían difundirse y popularizarse en el futuro.

Sin embargo ¿redundará la supuestamente economía ascendente futura en beneficios palpables para las personas? Para empezar, se anticipa un fuerte crecimiento de la clase media en todo el mundo, si bien, y como es de esperar, ese incremento se concentraría en naciones emergentes: hasta mil millones de personas repartidas entre China, la India, Brasil y otros países en desarrollo. Eso no garantiza que vaya a haber una distribución más equitativa de la riqueza: la pobreza seguirá presente, aunque parece que un menor porcentaje de población mundial estaría entre los márgenes de la pobreza más extrema.

Evolución del PIB per cápita y la población

Sin embargo, al mismo, tiempo, se anticipa un declive de clase media en los países desarrollados. La idea de que la próxima generación vivirá peor y tendrá menos oportunidades que la anterior ha calado, y el hecho de que haya un paro estable y concentrado además entre los mayores y los más jóvenes es un pésimo signo para el futuro.

En resumen, la principal cuestión que debe resolverse en la próxima década (y que continuará a lo largo del siglo) es el impacto que va a tener sobre los recursos la convergencia entre modos de vida, poder político y militar, desarrollo económico, ciencia y tecnología entre Oriente y Occidente. Si es posible contar con recursos suficiente para alimentar a los 9.000 millones de 2050 y proporcionar energía, materias primas, y agua para el desarrollo de las economías emergentes y desarrolladas, el mundo futuro puede ser una continuación del actual, más abierto, fluido, colaborativo y dominado por la innovación (al menos que en épocas precedentes). Por el contrario, recursos insuficientes podrían llevar a un mundo en competencia, cerrado, proteccionista y en definitiva peligroso.

 

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MMXX – Tendencias para 2020 (I)

Posted by Alonso Alvarez en 2011/02/10

Empiezo a ver el final de esta serie dedicada al futuro del año 2020, y para completarla es preciso ir recogiendo las principales tendencias que aparecen en ese horizonte. Así que a lo largo de varias entradas irán intercaladas con otras que continuarán recogiendo aspectos más concretos como la tecnología, o la economía, por ejemplo. Al final, ordenaré estas tendencias y las dispondré en un mapa que sea una vista sintética de todo el proceso.

La recogida de tendencias es una aproximación propia de la predicción, que ya hemos dicho muchas veces que es imposible. Las tendencias dan una idea de un cambio continuo y en una dirección determinada, cuando en realidad la naturaleza del futuro es impredecible, los cambios son repentinos, y se mueven a velocidades muy variables. Además, dejan fuera los acontecimientos de naturaleza impredecible –obviamente- que suelen ser al mismo tiempo los de mayor repercusión.

Las tendencias tienen verdadera  utilidad en dos vertientes: como fuente para la creación de escenarios, que recojan alternativas de futuro y permitan preparar una respuesta ante ellos; y como un medio de alerta temprana que sirva para identificar las primeras etapas de un cambio, y reaccionar rápidamente ante ellos.

No obstante todo lo anterior, esta es la primera parte de la lista, sin seguir ningún orden:

Digitalización: la migración de contenidos, empresas, gobiernos e individuos hacia formatos, paradigmas y servicios digitales continuará, y estará muy ligada a su presencia en Internet. Los beneficios derivados de la ubicuidad y accesibilidad de todo tipo de entidades crecerán exponencialmente al multiplicarse las interrelaciones y las combinaciones –muchas aún inéditas.

Privacidad: o su ausencia. Un foco de preocupación creciente y que seguramente siga sin resolver. Internet significa accesibilidad y persistencia de todo tipo de contenidos, opiniones e información. Va a suponer un cambio en la concepción actual de privacidad, y traerá nuevas formas de censura y control.

Gestión de la atención: la ubicuidad en el acceso a medios de información, comunicación y entretenimiento, y la multiplicación de servicios y dispositivos para acceder a ella, va a agudizar el “déficit de atención” actual. Las primeras aproximación para su gestión (lo que incluye filtrado inteligente y automático) están en camino pero es dudoso que sean una solución en 2020.

Localización: una cara más de la menguante privacidad de las personas, pero al mismo tiempo una fuente de información y servicios de primer orden, que será un componente cada más importante en el futuro. Aún tiene que demostrar su aplicación comercial en publicidad y juegos, por ejemplo.

Social: la componente social de todo tipo de servicios y actividades irá ampliándose y afectando a áreas hasta ahora impermeables, incluyendo los servicios públicos. El papel de las herramientas y medios sociales en la política está aún en sus comienzos y será cada vez más relevante.

IoT: Internet de las cosas (o Internet of things), un paradigma que se apoya sobre la identificación de todo tipo de objetos (vehículos, infraestructuras, mobiliario, dispositivos, equipamiento) y la comunicación automatizada con ellos. Supondría un nuevo mundo de entidades interconectadas capaces de proporcionar nuevas fuentes de información del mundo y sus relaciones, y darían lugar a todo tipo de servicios. Es una de las grandes apuestas del futuro.

Cloud: infraestructura de computación (cálculo, almacenamiento, comunicaciones, servicios) compartida, accesible universalmente y flexible. Se trata de un paradigma bastante veterano en realidad, pero que se está convirtiendo en la esencia misma de la infraestructura tecnológica actual y futura. La computación lleva camino de convertirse en un elemento de infraestructura más, universalmente accesible y barato. Está muy ligado al concepto de virtualización, o la capacidad de emular un dispositivo o entorno operativo sobre uno distinto, lo que puede acabar con las limitaciones actuales en cuanto a compatibilidad y capacidad entre plataformas y dispositivos.

Movilidad: el acceso a comunicaciones, información y servicios en cualquier lugar es una de las grandes revoluciones de nuestro tiempo, y seguirá ampliando su alcance llegando a capas de población cada más vez amplias. Al mismo tiempo, la capacidad de los dispositivos conectados seguirá creciendo, y lo hará en formas y usos cada vez más variados. Ubicuidad en el acceso a redes, reconocimiento del contexto (incluida localización) y la delegación de funciones avanzadas en equipos remotos serán algunas de las capacidades clave en los próximos años.

Libro electrónico: el dispositivo de lectura personal, tanto si crece hacia funcionalidades más amplias, propias de ordenadores (o tabletas), como si se queda en un sistema centrado en emular al libro, tendrá un gran desarrollo futuro. Será uno más de un amplio catálogo de dispositivos móviles con conectividad, pero tendrá un fuerte impacto en la forma de consumir contenidos del futuro.

Digi-real: la convergencia de la realidad y lo virtual o digital. Está dando lugar a una nueva realidad híbrida en las que los elementos virtuales se mezclan con los físicos y viceversa. Esta hibridación se está generalizando y está dando lugar a formas de interacción entre personas y tecnologías nuevas. Mundos virtuales, espeje e híbridos, realidad aumentada, o redes sociales, son algunas de las múltiples caras de esta tendencia.

 

Todas las entradas de esta serie dedicada al año 2020 pueden encontrarse en la sección MMXX del blog.

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MMXX – La tecnología (II)

Posted by Alonso Alvarez en 2011/01/31

Seguimos con la serie de entradas sobre el año 2020 (MMXX en números romanos), ampliando el tema de la tecnología, ya tratado en MMXX – La tecnología (I).

El de la tecnología en 2020 parece un tema inagotable. La continuidad en la aparición y evolución de nuevas tecnologías, y el enorme grado de difusión y penetración en nuestro mundo actual, hace que la tecnología futura sea un campo muy fértil para la predicción y la anticipación.

Hay que tener en cuenta que “tecnología” se refiere preferentemente a todo lo relacionado con las comunicaciones y el procesado de información (TIC o ICT), pero la progresiva digitalización de todos los aspectos de nuestro mundo actual le da una dimensión más global. Ahora afecta al entretenimiento, la salud, el transporte, el gobierno, o la seguridad y promete ampliar su radio de acción a nuestra relación con el mundo físico de la mano de conceptos como IoT (Internet of Things, o el Internet de las cosas).

En la primera entrada referida a la tecnología, se recogía lo que los lectores del The Economist anticipaban para el mundo tecnológico de 2020. Veamos lo que dicen ahora analistas y expertos.

Para empezar hay un consenso generalizado en torno al crecimiento de la difusión de la tecnología: el número de teléfonos móviles ya supera al de habitantes en países como Brasil, la fibra es prácticamente ubicua en Corea, las redes sociales tienen un alcance universal y están detrás de movimientos sociales en países como Irán, Egipto o Túnez, y el número de ordenadores no deja de crecer en países emergentes. Todas estas señales hacen que predecir la continuidad del crecimiento tecnológico no sea aventurado. El cómo se distribuye ese crecimiento sería el lugar para la especulación.

Por ejemplo, el número de personas conectadas a Internet varía según estimaciones entre los 4 y los 6 mil millones, para una población de casi 7.700 millones. A día de hoy, con cerca de 7.000 millones de habitantes, se estima las personas conectadas a Internet en 2.000 millones, y el número de teléfonos móviles en 5.000. Si la tendencia hacia la Internet móvil continua, seguramente los números manejados se queden cortos.

Esa Internet futura tendría mucho de vídeo, hasta el punto que podría ocupar más del 90% del tráfico mundial. La forma en la se transmita ese video (streaming, descarga, IPTV, P2P) es algo aún en el aire, pero la preeminencia del video, incluso móvil, es también algo casi universalmente aceptado.

A las personas y los contenidos se unirá una tercera dimensión, los objetos. Ericsson anticipó un número muy celebrado: 50.000 millones de dispositivos conectados en 2020 (50B, millardos, o billions anglosajones). Ese número, que multiplica por siete al de habitantes de la Tierra incluye:

  • Todo tipo de elementos de medida distribuidos  por las infraestructuras públicas y privadas
  • Vehículos conectados, y los sensores y componentes que, independientemente, tengan su propia conexión
  • Todos los dispositivos personales, cuyo número y diversidad seguirá aumentando hasta estimarse en unos 10 por persona

Otras estimaciones, más conservadoras, cifran en 31 mil millones el número de dispositivos conectados (IDC) pero a cambio habría más de un 1 billón de etiquetas electrónicas y sensores marcando todo tipo de objetos en el mundo real.

Además, habrá que considerar otros –quizá- 100.000 millones de procesadores embebidos en todo tipo de objetos que no consideramos habitualmente dentro de la categoría “computador”: electrodomésticos, juguetes, controles automáticos, los ya mencionados sensores, etc.

Las dimensiones de la Internet futura, que sería una parte ya casi imposible de separar y distinguir de resto de elementos de nuestro mundo, serían colosales: los contenidos multiplicarían por 44 los actuales, y los “contenedores digitales” se multiplicarían por 67 (elementos con entidad propia que almacenan información).

Todo este crecimiento supondrá una fuerte presión sobre las infraestructuras. Las líneas de acceso deberán multiplicarse, especialmente en su vertiente móvil que es, a día de hoy, la única forma eficiente de llegar a buena parte de la población de países emergentes donde hay una fuerte carencia de infraestructuras básicas. Se ha identificado la tendencia a primar las necesidades de comunicaciones sobre otras básicas como las sanitarias (el número de  móviles supera al de cepillos de dientes, por ejemplo) y el gasto medio por habitante en comunicaciones en muchos países emergentes no deja de crecer.

Claro, ese volumen de personas y dispositivos conectados supondrá una presión enorme sobre las redes. La multiplicación del tráfico, el peso del vídeo, el aumento de los elementos conectados, su dispersión y diversidad, el acceso ubicuo y continuo, … Todos estos factores definen un escenario lleno de desafíos para las redes del futuro.

Otro gran reto lo representa el volumen de contenidos que amenaza con superar la capacidad total de almacenamiento mundial. Ya hay propuestas para buscar la forma mantener una única copia de cada objeto digital y garantizar su acceso desde la red. Aunque seguramente sea algo difícilmente realizable, esa explosión de los contenidos favorecerá la adopción de soluciones de cloud computing en todos ámbitos de la vida digital.

Para finalizar, el conjunto de la infraestructura tecnológica en continuo crecimiento y distribuida entre componentes desplegados (personas y dispositivos) y centralizados (cloud) va suponer un porcentaje considerable del consumo energético mundial. Una de las incertidumbres que tendremos que despejar en el futuro es si la eficiencia energética será capaz de hacer frente al crecimiento de usos y componentes conectados.

En futuras entradas terminaremos de revisar la tecnología futura analizando certidumbres e incertidumbres, y enumerando las principales tendencias tecnológicas a medio plazo.

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MMXX – La población en 2020

Posted by Alonso Alvarez en 2011/01/26

Llega el turno de la demografía a esta serie de entradas sobre el año 2020 o MMXX en números romanos. La demografía es la excepción que confirma la regla: es el único campo de la actividad humana donde la predicción es posible a medio plazo, y 2020 es en realidad un corto plazo en términos de población. El motivo es que el número de personas varía lentamente y tiene una fuerte inercia: las tasas de mortandad y natalidad no sufren cambios bruscos y el crecimiento de la población es muy dependiente del número de personas en edad fértil en un momento dado. Un cambio brusco –e hipotético- en la natalidad difícilmente sería global, y su efecto no se haría notar en 10 años.

Además, la población no está sujeta a cambios repentinos. Aunque localmente un acontecimiento determinado -guerras y epidemias sobre todo- puedan tener un efecto importante (la Camboya de los Khmer, la Unión Soviética entre 1941-45), éste se diluye en el conjunto de la población mundial. Incluso el efecto de las guerras mundiales es rápidamente absorbido. Sólo pandemias de la envergadura de la Peste Negra del siglo XIV tienen un impacto significativo en la población global.

Las grandes tendencias observadas a lo largo de este siglo estarán presentes en la población del 2020: continuación del crecimiento –ligeramente ralentizado- global, envejecimiento y menor crecimiento en economías más desarrolladas, y una enorme proporción de personas muy jóvenes en países en desarrollo, especialmente en África.

Evolución de la población entre 1800 y 2100 según tres escenarios (Naciones Unidas)

La estimación global de población para 2020 de acuerdo con Naciones Unidas es de 7.675 millones de personas. El hito de los 7.000 millones se alcanzaría a lo largo de este año, anticipándose a estimaciones anteriores que lo fijaban en 2012. Aunque el crecimiento continuado pueda parecer gradual (cada año muere el equivalente a la población de Francia y nace un número similar a la de Turquía) visto en perspectiva es espectacular. En torno al año 1800 estaría en torno a los 1.000 millones (desde unos 200-300 hace 2000 años y unos 400 millones en torno al 1200). En 1927 llegó a los 2.000 millones, en 1960 a los 3.000, en 1974 4.000, en 1987 5.000, y en 1999 6.000. Es decir, en los últimos 50 años, la población ha crecido en 1.000 millones de habitantes cada 15 años o menos.

Las estimaciones dicen que ese crecimiento se está ralentizando de forma que se alcanzarían los 8.000 millones entre 2025 y 2030, y los 9.000 millones en 2050. Más allá todo son conjeturas mareantes de acuerdo con los escenarios analizados. Un escenario de pesadilla llevaría la población a los 14.000 millones cuando acabe el siglo, mientras que en el otro extremo, un escenario muy favorable reduciría la población hasta el entorno de los 5.500.

Sin caer en el maultusianismo el crecimiento de la población lleva aparejadas una serie de exigencias de crecimiento económico que no siempre se van a poder cumplir. 1.000 millones de personas más significa más alimentos, más viviendas, más energía, más transporte, más producción, y proveer de puestos de trabajo a todas esas personas. El crecimiento demográfico, por supuesto, no es estrictamente bueno o malo , y es cierto que lleva aparejado un incremento automático de la actividad económica, pero añade una presión sobre los recursos que será mayor en el futuro. Por ejemplo, el crecimiento urbano se hace normalmente a costa de tierras agrícolas, que a su vez serán necesarias para la producción de los alimentos adicionales necesarios.

Evolución de la población en las regiones del mundo entre 1950 y 2050 (Naciones Unidas)

Ese crecimiento será homogéneo, si no que variará entre regiones, aunque en términos generales se irá moderando con respecto a los valores históricos, excepto en África.

Estos serían los cambios demográficos en algunos países destacados (de acuerdo con Naciones Unidas):

  • China superaría los 1.400 millones (tanto como la población total mundial a finales del siglo XIX)
  • La India estaría muy cerca de esa cifra, por encima de los 1.350 millones, con un crecimiento continuado y espectacular en los últimos años
  • Estados Unidos estaría cerca de los 350 millones
  • Brasil tendría 201 millones de habitantes. México se acercaría a los 120, Colombia tendría 52, Argentina 44, Perú 32, Venezuela 33, Guatemala 18 (frente a 5 tan sólo 40 años antes)
  • En Europa, en cambio, países como Alemania, pasaría de 82 a 80, o Italia se estancaría en los 60. España llegaría a los 48, Francia a los 64, y el Reino Unido a los 65.
  • Dos extremos: Nigeria pasaría 158 a 193 millones, mientras que Japón se reduciría de 126 a 123 millones

Mientras China continúa aplicando (aunque quizá menos estrictamente) su política de hijo único, o dos en zonas rurales, el crecimiento en la India no tiene ese tipo de limitaciones. Por ello, se prevé que la India supere la población china en un futuro próximo (2030). De hecho, el área que engloba a India, Pakistán, Bangla Desh, Nepal y Ceilan ya supera ampliamente a China.

No sólo el crecimiento de la población no será homogéneo, si no que su propia estructura variará dramáticamente entre regiones y países. En 2020 más de la mitad de la población del África subsahariana tendrá menos de 18 años, lo que supone, entre otras cosas, un potencial de crecimiento futuro enorme. En el otro extremo, el de las naciones envejecidas, no sólo destaca Japón y varios países de Europa: la política de restricción de la natalidad en China está produciendo, además de un desequilibrio entre el número de hombres y mujeres, una sociedad progresivamente envejecida que previsiblemente tendrá que importar mano de obra en un futuro próximo si quiere mantener su papel como «fábrica del mundo».

Más allá de los números, es muy importante entender cómo sería la sociedad de 2020 y de qué forma variaría en estos próximos diez años, pero vamos a dejar esa discusión para otra entrada dentro de esta misma serie.

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